miércoles, 12 de agosto de 2020

El declive

Te has mentido tanto
que has dejado de confiar en  ti
y por ello dudas de tu consciencia,
de tu despertar entre dos espacios ondeantes
en los que nada es tangible y nada
es sincero.

Quizá sea el espectáculo del que
como espectador expectante
crees que creas creyendo así
como Quijote en la editorial.

Padeces de aquello que parece,
intentas sostenerlo y, una vez verso en mano,
no ves la verdad 
escondida tras una densa cortina de humo emergente
de tu propio tabaco.

Eres el monje frente al acantilado,
ves el mar en calma, la sublimidad
del porvenir y su tempestad,
deshaciéndote el bazo para observarlo arder.

No quisiera causar la lluvia silente
por moverme entre las sombras
pero afirmo haberte visto girar 
desvaneciéndote de grano en grano, 
siendo arena fina.

Entre las realidades existe el vacío
del que cuelgas tus pies para balancearte
el precio, sin embargo, son tus oídos,
tus ojos y tus labios. 

Deberías dejarte caer,
o asumir la razón de Meursault:
"Alors, je n'ai rien vu.
C'était la peine qui m'empechaît de voir.
Et même, je me suis évanoui."




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