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jueves, 31 de mayo de 2018

Ocean eyes - Billie Eilish

La poesía es como un orgasmo.
Debes disfrutarla, exprimiendo cada detalle.
Lento, respirándolo, observando cada centímetro del desnudo.

Es por eso que 
en un poema explotado en una frase 
se desperdicia el momento de éxtasis,
se consume en un segundo, 
mostrando la avaricia de la raza humana. Como matar el peta sin tragar el humo.

Cuando escribo, 
me sumerjo en el océano
a miles de kilómetros de profundidad.
Mis demonios no saben nadar
y mientras mi cuerpo se sumerge
dejando caer todo mi peso entre humedad,
miro hacia arriba y veo mi ansiedad flotando
lejos de mi cabeza, lejos de mí.

Aparezco en un paisaje distinto:
veo llover mientras camino de madrugada
y paso por un fanal de luz.
Observo, entonces, como esa lluvia
transparente,
esos alfileres invisibles al ojo humano,
brillan volviéndose dorados.
Es una lluvia punzante que me pellizca la cara, fina, sutil.
De esa que barniza el asfalto de plata, 
pero esta vez lo vuelve oro.

Cierro los ojos y respiro.
Acabo de aparecer en mi mundo,
y no estoy soñando.
Lo puedo respirar, lo puedo tocar.
Y activo esa acción poética
a la que tantos llaman sentir.

Es mi trabajo como poeta:
simplemente saborearlo,
notar como crece dentro de mí
ese momento placentero.
Como escuchar Billie Eilish creando arte,
haciendo el amor,
                     poesía.

La poesía es como un orgasmo.
Y lo único que hago es intentar complacerme
reviviendo ese punto de éxtasis,
en el que lo he sentido.

Relatando sutilmente, lento,
cada pelo y señal del momento.
Porque ese es mi trabajo,
bucear bajo mi océano y acariciar el fondo,
para volver a subir a explicar al mundo
que el placer más extenso es aquel
que no se consume de una calada.

Piérdete en el pacífico y siente
la abundancia del mar
rodeando tus mejillas, como pelo
entre besos en el cuello.

Y deja que suba la marea,
que se derrame la tinta
y se arrugue el papel.


Porque un orgasmo es como poesía.

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