-días como tableros llenos de jugadas y contrajugadas-.
-Charles Bukowski
Ya no dibujo nada más
no describo a nadie más
que a mujeres y cigarros
consumidos
con sabor a ocre.
La luz del autobús
caliente industrial como
un microondas
me recuerda a la vida de
Charles.
Hoy ha sido uno de esos
días de ajedrez.
Días de estrategia,
atacar o defender.
Días de casillas blancas
y negras
y de pasos condicionados
por la guía
de una mano que aprieta
mi mandíbula.
Mis labios saben a
tabaco empastado
entre la saliva y el
yeso de mis dientes.
Escupiría si no fuera
porque hoy la he besado
y no suelo fumar después
de hacerlo.
En la noche, prefiero
recordarla un poco más.
Hoy es, sin embargo, uno
de esos días
de ajedrez
y este bus me tambalea.
Nunca fui bueno en el
juego
ni en el amor.
Quizá por eso resuena un
"jaque mate"
en mi cabeza
después de cada beso.
No tengo, tampoco,
madera de poeta.
-Me agarra de la corbata
y sonríe
con todos los dientes
manchados
de un pintalabios del
color de su lengua-.
Seré incapaz de entender
mi propia letra.
Me entorpece el olor de
esa luz tóxica
que emerge del asfalto
de debajo de las puertas
entre alcantarillas y
colillas arrugadas.
-Sujeto el lápiz con la
boca y no tras mi oreja
porque nunca fui el
artista del que hablan-.
Quizá esta noche no
huela a whisky
al menos no al barato.
La puerta vacila, no
abre y
por el sucio de mis
gafas veo muertos
que creen en un final
feliz.
El reflejo limpio de sus
zapatos
les impide verme la cara
y sin mirar el desaliño
de mi barba
jamás entenderán porqué
suspiro
cansado de cada verso.
-Me dan el sueño de
quien duerme demasiado.
Creo que debería
ducharme
pues solo soy poeta
cuando la beso
y ya ha pasado demasiado
rato.-
Abracé al arte como
la niña tonta de la
carbonería.
Ella abrazó a la luna
desde la tina
y a cada momento
despierto
en que no lo hago,
veo más cerca el mismo
final.
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