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viernes, 16 de agosto de 2019

Jack’s broken heart

El beige es 
un color fácil de combinar;

El cinturón que une
la luz deshidratada de los autobuses,
el lento giro de los microondas y
los pantalones de un conjunto perfecto 
para el sueño americano.

Siento el beige en los ojos del extranjero de Camus 
viendo rotar los ventiladores de su propio juicio, 
y en la roña de las paredes de 
un apartamento sin colchón. 

Mientras marco estos versos saboreo
 un beige acaramelado 
al mirar mi viejo corcho torcido 
mal sujetado a la pared. 

Muy fácil de combinar con el gotelé de 
una España sobre bastón y alpargatas.
Un símil al desierto sin dunas ni grano y a
mi mirada cansada sobre un charco 
de sudor amarillento en el parquet.

La cerveza color sepia sabe mejor, 
como las medias sonrisas bajo lágrimas o
las medias sin carrera.
Eso creo, al menos, mientras cambio 
de canal 
en canal
en canal
en canal.

El beige de un lomo ahumado 
sobre la sartén 
rebosante de aceite.

En canal
En canal
En canal
En canal
En canal.
Suena el timbre del horno.

Veo catálogos de Ikea, 
sobre mesitas con música de ascensor
que casi no me dejan oír
el aceite ardiente de la cocina.

Camino sobre baldosas grasientas de 
un reflejo beige y
papel reciclado de libros a medias
que debo devolver.

Tu pelo 
de vez en cuando se vuelve beige.
Depende del filtro de Instagram 
y del odio con el que lo mire.
No te queda nada 
bien con el rojo de la lengua. 
Y mira que es fácil de combinar.

Te escribí como gitana 
bajo las luces del tren y 
el calor de julio. 
Pero la fricción del metal en las vías 
suelta un chirrido irritante que 
me deja sabor de un beige de porcelana 
difícil de masticar.

Hay un bochorno anaranjado 
entrando por mi ventana, cariño. 
Y prefiero pegarle fuego a mi cocina
antes de vivir una vida de un solo color.

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